Por: Secretaria de la mujer
Por si no lo sabíamos, hay una guerra sorda y sórdida contra las niñas y los niños que se llama ABUSO SEXUAL. Esta es una de las peores formas de violencia, tan frecuente y callada que generalmente queda sin denuncia y por supuesto, en la impunidad.
Este tipo de guerra cotidiana cuyo escenario prioritario está en el mismo hogar, es catalogado por la antropóloga Riane Eisler, como parte de un “terrorismo en la intimidad”, asociado con el maltrato hacia las mujeres y la discriminación de genero.
Lamentablemente, esta gran “guerra chiquita”, cobra al menos una víctima cada catorce minutos. Hoy, mientras usted desayuna, la amargura se instala para siempre en una niña de esta ciudad, porque un adulto muy cercano a ella se aprovechó de su indefensión. Al siguiente cuarto de hora, hay un niño completamente aterrado, confundido y adolorido que ni siquiera sabe explicar que fue lo que le pasó. Y así, cuando usted llega a la hora del almuerzo, en esta ciudad 25 niños y niñas lloran; en especial criaturas de cuatro y cinco años de edad, por diferentes tipos de violencia sexual. ¿Ya hizo cuenta de cuantas vidas destrozadas a tan tierna edad se han acumulado, cuando usted pone plácidamente la cabeza en la almohada?
Es por eso que hacemos una extensiva invitación a que empecemos un proceso de paz con nuestra niñez; un NO a esa guerra despiadada; una restauración de sus derechos y la inmediata construcción de los ambientes protectores que ellos y ellas se merecen.
Cada quien desde su lugar puede hacer su aporte para que esta vergonzosa situación cambie, no solo con el cuidado de los niños y niñas, sino también en la tarea de hacer educación y prevención con los posibles agresores; los mismos que están en las familias (el campo cotidiano donde ocurren estos enfrentamientos armados de acoso, abuso, vejación, engaño y violencia).