Por: José Eulícer Mosquera Rentería

Hasta la fecha, la mayor parte de los pobladores de comunidades afrocolombianas han venido al mundo gracias
a las sabias manos de las parteras o comadronas, que le dan continuidad a los saberes heredados de los ancestros
africanos e indígenas en esta materia.

Este patrimonio no solo incluye el amplio conocimiento de las parteras sobre las plantas medicinales, también abarca
conocimientos de tipo médico, psicológico y espiritual que se transmiten de generación en generación, por medio de la
tradición oral.

Estas mujeres, además de dominar la medicina ancestral, combinan su arte con la espiritualidad afrocolombiana, ya que para iniciar sus actividades con una parturienta y durante el proceso del parto, primero que todo invocan a sus ancestros y a las deidades o santos de su devoción.


La medicina ancestral que utilizan estas parteras se basa en plantas que cultivan en huertas, terrazas y/o azoteas de sus casas; pero también usan algunos minerales, partes y productos de animales. Por ejemplo, destrancadora, jengibre, nacedero, suelda con suelda, uña de gato; aceite de tiburón, aceite de bacalao, sal marina, grasa de vacuno, hierbas y bejucos
preparados con aguardiente en la botella balsámica o de tomaseca; alcohol antiséptico, algodón, gasa y
otros.


Las herramientas que utilizan las comadronas son: gorro, pañoleta o turbante que cubra toda la cabeza; vestido bien limpio y preferiblemente de color claro; palo horizontal para parir en cuclillas si es necesario; tijeras curvas y rectas, cuchilla de afeitar o barbera; cubeta y recipiente para esterilizar las herramientas e instrumentos; trompeta o fonendoscopio de madera y
otros.


Para atender un parto, las parteras en ocasiones se tienen que desplazar en canoas y por trochas durante horas. Con la violencia que se vive en regiones como la del Chocó-Pacífico o el Chocó-biogeográfico, corren muchos riesgos, aunque la mayoría de grupos armados manifiesten respeto por ellas.


La partería se practica desde la aparición de la humanidad, pero la que hoy existe en las comunidades del Pacífico, y que el Ministerio de Cultura recientemente reconoció como patrimonio cultural de nuestro país, tiene sus orígenes en la Colonia. Este patrimonio no solo incluye el amplio conocimiento de las parteras sobre las plantas medicinales, también abarca conocimientos de tipo médico, psicológico y espiritual que se transmiten de generación en generación, por medio de la tradición oral.


Las parteras emplean determinados procedimientos para colocar al bebé en la posición adecuada para el parto. Durante el alumbramiento también utilizan técnicas psicológicas para disminuir el dolor y la ansiedad de la parturienta, como sobarle el vientre y hablarle de cosas agradables. Al nacer el bebé, lo colocan en el pecho de su madre durante unos minutos, antes de cortarle el cordón umbilical, para que sienta el calor de ella y se empiece a construir el fuerte vínculo afectivo que debe existir entre los dos. Y cuando el cordón umbilical ya está seco o escurrido, el padre debe ayudar a cortarlo, con lo cual se contribuye
también a la formación del lazo afectivo entre los dos.


El cordón umbilical, inmediatamente es cortado, se siembra en la raíz de un árbol o planta importante para la vida de la comunidad y/o de la familia. Así mismo, después de bañado y vestido el bebé, se le da a cargar a cada uno de los familiares allí reunidos, por uno o tres minutos; ellos se le presentan al bebé, le dan la bienvenida y le expresan su disposición a
ayudarlo hasta que esté en capacidad de salir adelante por sí solo. Posteriormente, se suministra a la madre un trago de
balsámica o de tomaseca, y durante los quince días siguientes, bebedizos de hierbas y de jengibre, que contribuyen a la eliminación de residuos, la disminución de los dolores y la desinfección de los desgarramientos sufridos en el proceso de parto. El trago de balsámica y de tomaseca se puede repetir durante quince días, en ayunas y antes de acostarse en
la noche.


Durante los 40 días siguientes, al bebé se le harán sobijos con grasa de vacuno o cebo: en las extremidades, para que crezca fuerte, y en la cara, para que sea una persona que se avergüence de incurrir en malas actuaciones. En este periodo la
mamá debe mantenerse reposada en casa, alimentándose muy bien para recuperar fuerzas, sobre todo con sancochos de gallina o pollo criollos, que se crían exclusivamente para este evento.


A s í , d u r a n t e e l p r o c e s o d e g e s t a c i ó n , alumbramiento y en la etapa inmediatamente posterior, se realiza toda una labor de humanización a través del despliegue de la riqueza cultural ancestral que promueve valores éticos, morales y espirituales en el recién nacido y toda la familia.


Cabe decir que en Colombia, la región en donde más existen parteras y nacimientos atendidos en casa es la del Chocó-Pacífico. Según el Ministerio de Cultura, esta zona cuenta con más de 1.600 parteras y parteros, que se han organizado en la ASOCIACIÓN DE PARTERAS UNIDAS DEL PACIFICO, ASOPARUPA, con base en la Ley 70 de 1993 o Ley de Comunidades Negras, Afrocolombianas, Palenqueras y Raizales.


Hoy, cuando ya este oficio ha sido reconocido por el Ministerio de Cultura como patrimonio cultural de la nación, se espera que el Ministerio de Salud también lo haga, teniendo en cuenta que estas mujeres y hombres vienen prestando un servicio para la salud reproductiva, que es obligación del Estado. Minsalud, entonces, debe ofrecerles el debido apoyo material y
económico para contribuir al mejoramiento de las condiciones de vida y trabajo de este gremio. En esta cuestión, Colombia está en mora, si se tiene en cuenta que en países como los de la región escandinava, en Rusia, Finlandia, China, la India y Japón, desde hace más de un siglo existen estos reconocimientos y apoyos.

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